Duilio Courir

En el siglo XX, la historia de la familia Courir comienza en Šibenik, una pequeña ciudad de la costa dálmata. Desde allí, tras el fin de la Primera Guerra Mundial que supuso la desintegración del Imperio de los Habsburgo, la familia -encabezada por el bisabuelo Luigi- se trasladó al territorio italiano de Zadar.

En la ciudad dálmata, el joven Ugo, nacido en 1901, inició un floreciente negocio de agencia marítima. En 1927 se casó con Elsa Ghiglianovich; nacieron tres hijos: Duilio en 1928, Luigi en 1929 y Laura en 1931.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial pronto hizo imposible la continuación de la vida familiar en Zadar, y Ugo Courir, en 1943, tuvo que emigrar de nuevo con su familia a territorio italiano, abandonando su casa y su negocio en Zadar para instalarse en Venecia. Embarcaron en el vapor Stamura, conscientes de que sería un viaje sólo de ida. Los chicos, antes de marcharse, escribieron en la pared de la terraza "volveremos".

El primer alojamiento es en el Hotel Monaco, luego en casa de Wally Toscanini en Rio Terà Catecumeni nº 70, donde viven desde noviembre del 43 hasta finales del 45.

Ugo fundó una pequeña empresa, Save, que transportaba madera de Cadore a Venecia a través de una línea fluvial por el río Piave. Una vez terminada la guerra, junto con otros exiliados juliano-dálmatas, crearon una compañía naviera, la Libera Giuliana, aprovechando las posibilidades que ofrecía el Plan Marshall estadounidense: compraron uno de los barcos de la clase Liberty que tanto habían contribuido -durante la guerra- a transportar recursos de Estados Unidos a Gran Bretaña, e iniciaron una actividad mercantil duradera.

Duilio, que no albergaba ningún sentimiento de nostalgia por la tierra de su infancia, abandonó Venecia y comenzó a estudiar Derecho en Bolonia en 1950, donde se graduó con una tesis sobre la filosofía del derecho de Max Weber. En la misma ciudad profundizó y cultivó su gran pasión por la música, que comenzó en Zadar y continuó en Venecia bajo la dirección del maestro Gino Tagliapietra. En Bolonia, frecuentó los animados círculos artísticos de la ciudad y comenzó a escribir para el periódico "Il Resto del Carlino", dirigido entonces por Giovanni Spadolini, por quien siempre sintió gran estima. Se acercó al periodismo inicialmente como crítico de arte y luego, a partir de los años sesenta, como crítico musical, estableciéndose pronto como uno de los intelectuales más prometedores en el campo de la música clásica y contemporánea.

Es crítico y musicólogo, pero sobre todo promotor de la cultura, animador riguroso e incansable de círculos y revistas, como en el caso de "Lo spettatore musicale", fundado en 1966 junto con Alberto Pironti y Mario Bortolotto.

 Duilio Courir fue llamado al periódico "Corriere della Sera" en 1973, para ocupar el puesto que su amigo y mentor, Franco Abbiati, había ocupado durante casi cuarenta años. En Milán, donde también se trasladó su familia, compuesta por su esposa María y sus dos hijos Edoardo y Elisabetta, Duilio encajó perfectamente en el fervor cultural del ambiente musical de aquellos años, forjando amistades intelectuales y personales con artistas y hombres de cultura como Claudio Abbado, Maurizio Pollini, Pierre Boulez, Luca Ronconi, Paolo Grassi, Camilla Cederna, y Paolo y Lisa Borciani. Se convirtió así en un punto de referencia fundamental en el entorno musical italiano, promoviendo iniciativas como la creación de la Asociación Nacional de Críticos Musicales en 1986 y la creación de la revista "Amadeus" en 1989, de la que siguió siendo director hasta 2007, punta de lanza de la cultura musical italiana y no solamente eso.

Testimonios y fotografías recogidos gracias a la colaboración con la familia Courir.