Roberto D'Orazio nació en Bélgica de padres italianos. Su padre trabajó como minero hasta el desastre de Marcinelle en 1956; su hermano mayor, Ezio, estudió ingeniería. Roberto asistió a una escuela católica y muy pronto se acercó a grupos marxistas leninistas que le llevaron a incorporarse al movimiento sindical.
"Salíamos de las fábricas, distribuíamos folletos y hablábamos con los trabajadores. En las situaciones más difíciles solíamos incitar a la huelga y en aquella época, en los años setenta, con las huelgas venía la policía. Eso me enfrentó a mi padre".
Expulsado de la escuela, encontró trabajo en una acería e intensificó sus actividades sindicales justo en el momento en que estalló la crisis en Bélgica y muchas plantas cerraron de la noche a la mañana, dejando a muchos trabajadores en paro, enteras zonas industriales se convirtieron en desiertos tal como los barrios obreros de ciudades como Charleroi.
Cuando la acería donde trabajaba Roberto también amenazó con cerrar, los sindicatos iniciaron una lucha durísima en la que participaron todos los trabajadores.
"Movilizamos a los trabajadores para que se unieran; discutieron entre ellos durante días y luego se volvieron imparables. Rompimos los cristales de todos los bancos de la región cuando hicieron saber que ya no querían invertir en la fábrica. Ustedes desmantelan nuestro trabajo, nosotros desmantelamos el suyo. Ese era el concepto. Luego fuimos a una manifestación e instalamos bloqueos en una autopista. Allí nos esperaba la policía, que no quería que pasáramos. Pero teníamos excavadoras, las que usábamos para llevar el carbón a los altos hornos, así que empezamos a derribar los camiones de la policía, a destrozarlos, nos enzarzamos en una pelea... y al final convencieron a los nuevos jefes para que se hicieran cargo de la fábrica. Eran italianos, propietarios de ILVA".
La lucha tuvo éxito y los propietarios decidieron no cerrar las plantas (que siguen en funcionamiento), a condición de que los representantes de los trabajadores fueran despedidos. . D'Orazio se dedicó entonces por completo a las actividades sindicales.
Testimonio recogido en colaboración con Lorenzo Colantoni, en el marco del proyecto "Italianos de Europa - Italianos de Bélgica", realizado con el apoyo del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional.